domingo, 3 de abril de 2011

LA IDENTIDAD DE LOS URUGUAYOS

La existencia de algún atributo o referente cultural capaz de definirnos a los uruguayos sin excepción, o el eclecticismo y la diversidad como rasgos distintivos de nuestra sociedad, sería acaso la disyuntiva para resumir el riquísimo intercambio que tuvo lugar en la pasada audición dedosmil30 en Radio El Espectador (*), a propósito del mentado tema de la identidad nacional.

Entre contrastación de estereotipos, desmitificaciones y múltiples aportes valiosos para pensarnos a nosotros mismos, se desarrolló este debate que contó con la participación de dos precursores de este espacio reflexivo, el analista político y consultor en opinión pública Juan Carlos Doyenart y el ensayista y editorialista Juan Martín Posadas, y de dos íconos de la antropología nacional, Renzo Pi Hugarte y Daniel Vidart, éste último en intervención telefónica. Lo que sigue es un resumen del programa conducido -como es habitual- por Edmundo Canalda, con la participación de Fernando Rosenblatt.
Fernando Rosenblatt: Hoy vamos a hablar sobre la identidad nacional. ¿Tenemos o no tenemos identidad?
Daniel Vidart: Yo he partido muchas veces en los estudios que he efectuado sobre el tema de una afirmación que hizo un psicólogo francés allá por el año 1942-43, quien decía con mucho tino que un pueblo es demasiado numeroso, demasiado vario, demasiado un epítome del género humano, para que se le juzgue a través de una fórmula, o inclusive de una serie de fórmulas que se modifican y anulan las unas a las otras. Yo he tenido una polémica con aquellos colegas que dicen que acá apareció primero el Estado y luego la nación, y se refieren a todos los intentos a partir del tercer tercio del siglo XIX, cuando frente al aluvión migratorio se quería estereotipar ciertos arquetipos acerca de lo uruguayo, y aparecían los pintores, los narradores, aparecía un esfuerzo oficial por darle rostro a aquella turba innominada de gente que venía de otros mundos con otras culturas a cuestas. El esfuerzo mío fue preguntarme lo siguiente: cuando estoy en Caraguatá, ¿qué piensan los uruguayos, que ahí se dicen orientales, de sí mismos? Porque la identidad es un sentimiento subjetivo. No es la objetividad de la definición, sino que es un pathos, que significa sensibilidad, afectividad. Hubo todo un movimiento de charruístas que decían que la tercera parte de la población uruguaya descendía de charrúas, por lo tanto teníamos que proclamarnos charrúas. Yo combatí ese charruismo romántico. Otra gente dice, no, yo bajé de la barriga de los barcos, mi abuelo es italiano, mi abuela es vasca, toda la gente que se ha cruzado en mis genes no tiene nada que ver con esta tierra. Soy un europeo renacido . Hay gente que está diciendo, nosotros somos negros, porque el candombe nos anda por dentro . Yo no me animo a acuñar fórmulas de ese tipo. Cuando yo me comparo con un criollo de tierra adentro, con un muchachito de Aparicio Saravia, con un señor que vive en Carrasco, o con un agricultor de Canelón Chico, encuentro que todos decimos cosas distintas. Mi opinión no ha sido tanto caracterizar, y decir somos de tal manera los uruguayos, sino difuminar, buscar los matices, los contrastes. 
No me animo a decir cómo somos los uruguayos, porque realmente somos variopintos.

¿QUÉ ES ESO DE LA IDENTIDAD?
Edmundo Canalda (EC): ¿Qué opinan de lo que dijo Daniel? 
Juan Martín Posadas (JP): Me pareció muy interesante. Lo primero que me llamó la atención es la astuta resistencia que desplegó a definir una identidad uruguaya. Me pareció lo más acertado. La angustia por conocer la identidad es un problema adolescente, de pueblos jóvenes. Un inglés no se pone a pensar cuál es la identidad del inglés, que tiene no sé cuántos siglos. Otra cosa que me resultó interesante es algo que yo pondría en duda, que es buscar la identidad para atrás, en el origen. La identidad se construye a cada rato, y nosotros, si de alguna identidad nos tenemos que preocupar, es de la identidad de los uruguayos hoy. 
Renzo Pi Hugarte (RP): Estoy muy de acuerdo con lo que acaba de decir Posadas. Por mi propia experiencia de haber vivido en varios países y conocer otros, me llama la atención esta preocupación del uruguayo por su identidad. En otras partes eso no existe. O si existe, es relacionado a las sub-culturas o a las culturas antiguas que puede haber. Un italiano es italiano cuando está fuera de Italia, sino su modelo de referencia es la comarca. ¿Cómo podemos decir que son los italianos? ¿Son de alguna manera poblaciones tan grandes, tan crecidas, con personalidades de base tan diferentes según los lugares en donde hayan hecho su proceso de socialización, de aculturación? Y con el Uruguay pasa algo parecido. Hay muchas maneras de ser uruguayo.
Juan Carlos Doyenart (JD): Desde una visión antropológica, coincido tanto con Daniel como con Renzo. Me parece muy razonable lo que ellos plantean, y que de alguna forma Juan Martín también reafirmaba. ¿Qué diablos es eso de la identidad? Sin embargo, los uruguayos continuamente hemos buscado cosas que nos identificaran desde el punto de vista de definir nuestra personalidad, y ese común denominador que nos hace ser uruguayos. Porque si no, lo único que nos une es que nos tocó vivir en este mismo pedazo de tierra, en esta frontera administrativa, y no hay nada que nos una, nos identifique, nos caracterice, nos diferencie por ejemplo de los que están del otro lado del Río Uruguay. Yo tenía un amigo brasileño que decía: Los uruguayos ¿qué son finalmente? Argentinos ocupando territorio brasileño . Con lo cual nos daba una definición sumamente preocupante. Los uruguayos no tienen identidad. Y para un país chiquito, de poca población, la identidad es muy importante. Entonces los uruguayos nos construimos algunas cosas que seguramente un antropólogo diría, ¡falso!, con toda la razón del mundo. Nos encantó aquello de la Suiza de América. Maracaná fue otro referente. Y creo que tenemos otro: la solidaridad. Los uruguayos somos solidarios, que es una gran mentira. Son cosas que como que los uruguayos las necesitamos.
RP: Eso de que somos solidarios, ojalá fuera así. En todas las cosas que vivimos, los victimarios y las víctimas se consideraban igualmente uruguayos, y actuaban en función de un concepto de patria que creían válido.
JD: Creo que cuando se comparten creencias, valores, actitudes, comportamientos, todo eso va conformando una especie de pauta cultural predominante. Entonces cuando decimos los uruguayos somos solidarios , pensamos que hay una pauta cultural de solidaridad, un valor de solidaridad que resaltamos, que está en la mayoría de los uruguayos, aunque lógicamente no podemos pensar que en todos. 
JP: A mí me gustó mucho lo que planteó al principio Vidart en su renuencia a hacer una definición de la identidad uruguaya. Yo estoy pensando en algo que planteé en la presentación de un libro mío. Yo ahí largué dos ideas de cosas que creo que son parte, no de la identidad porque yo también me resisto a utilizar ese término, pero de hábitos culturales. Cuando la identidad se define mucho se corre un riesgo muy grande, porque vienen los dueños de la identidad, los que se sienten patrones de la identidad, los custodios de la identidad, y sonamos. Los custodios de la identidad generalmente son intransigentes, y tienden a echar para afuera de ese recinto a los que no les gusta o que no participan de esa identidad porque son distintos. Yo hablaba en la presentación del libro de rasgos culturales de los uruguayos que machacan una cosa para que sea siempre igual. Y citaba una frase de un amigo fallecido, muy inteligente y de pensamiento original, Fernando Oliú. Era la de que el Uruguay está enredado o envuelto en la cultura de la repetición. Lo que es aprobado es lo que ya tiene antecedentes. Entonces siempre se repite, se repite, se repite. Y el que se sale para afuera es visto con sospecha. Y cité también lo que está en ese excelente librito de Héctor Rodríguez, sobre la historia del sindicalismo uruguayo. Él habla de la utopía rutinaria. Es una frase, para mi gusto, equivalente a lo que decía Oliú con la cultura de la repetición.

ACTIVO Y PASIVO DE LOS URUGUAYOS

FR: ¿Qué cosas están en nosotros, forman parte de nuestro acervo cultural o de nuestra forma de relacionarnos como uruguayos y representan desafíos que deben ser modificadas para poder repensarnos mejor? 
JD: Creo que todas las creencias predominantes en Uruguay nos llevan a conformar una cultura predominante que yo llamo cultura improductiva. Una cultura que se desarrolló en una época donde no existía la competencia, donde los países estaban cerrados, el mundo no era competitivo, y los países vivían de las ventajas comparativas. Los temas de la competitividad y de la productividad no estaban planteados como una necesidad, tanto que el Uruguay fue próspero, fue rico sin tener planteados esos temas. Un buen día, cuando salimos de la dictadura, nos dimos cuenta que el mundo había cambiado, y que necesitábamos ser competitivos y productivos, pero nuestras pautas culturales venían del Uruguay de mediados del siglo pasado, que no se adaptan al Uruguay del siglo XXI.
EC: Pensando en el futuro, ¿qué valores, qué tendencias que se presentan en la cabeza uruguaya habría que desarrollar?
JD: Sólo una cosa antes, muy breve. Porque es un dato de una encuesta que a mí me dejó asombrado. Si yo le pregunto a los venezolanos con qué personalidad se identifican más, o es su modelo, un 90% responde Simón Bolívar. Si uno le hace la misma pregunta a los uruguayos -que yo se las hice- el 2% dice José Artigas. Respuesta espontánea. Si yo les hubiera puesto una serie de alternativas seguramente el 90% me hubiera dicho Artigas. Pero a la gente no le viene a la cabeza, y este es un dato que me parece brutal. Espontáneamente les viene más a la cabeza José Batlle y Ordóñez, Ruben Rada, Benedetti, Natalia Oreiro o Jorge Batlle que Artigas. Hay más un deber ser que un ser con respecto a Artigas. 
EC: Entonces somos artiguistas en el discurso los uruguayos.
JD: Ah, yo creo que sí.
EC: Y no en contenidos.
JD: Y no en contenidos.
JP: No es la búsqueda de la identidad hacia atrás, en las raíces, sino qué es lo que puede constituir el pegamento, el cemento que una a los humanos que viven en esta Banda Oriental. Aquello que Vidart mencionó con una palabra que me gusta mucho: pathos. El sentimiento, la pasión. Eso es lo que constituye una nación, que no es un montón de individuos que están cada uno en la suya, trabajando por su futuro individual La nación la constituye ese pathos, ese sentimiento, ese encontrar una cosa colectiva. Ese es un pensamiento muy necesario para el Uruguay, sobre todo para un Uruguay que en este momento necesita una inyección de pathos, de creer en sí mismo, de autoestima, de decir bueno, somos capaces de hacer entre todos alguna cosa que redunde en beneficio de todos.
RP: ¿Cuál es el drama de no tener identidad? ¿Qué identidad tiene Luxemburgo? ¿Les importa a los luxemburguenses eso? Realmente yo no entiendo muy bien cuál es la angustia. Lo he visto con el charruismo, de inventar, de querer ser lo más americano posible, y lo más americano posible es ser indio. Y hay quien ha dicho que reconocerse charrúa es un acto de voluntad, lo cual no es cierto. Una etnia se reconoce a sí misma como tal, pero los otros la reconocen también como tal. Y no estamos hablando de etnias, que son sociedades tribales pequeñas en número. Estamos hablando de sociedades multitudinarias, con muy distintos orígenes y con distintas voluntades e intenciones.
JD: No aparece una persona que claramente la gente diga, esta es la personalidad con la que los uruguayos nos identificamos . No aparece, no existe. Yo no me preocuparía por eso, tampoco me preocuparía por la falta de identidad. A mí sí me preocupan algunas cosas que hacen a esa autocomplacencia de los uruguayos, que muchas veces no nos permite cambiar. Cuando uno le pregunta a la gente cómo los uruguayos nos vemos a nosotros mismos, nos vemos como gente solidaria, amable, bien educada, culta, honesta y pacífica. Es cierto, al final aparecen, en mucho menor proporción, los que dicen que los uruguayos somos burocráticos, corruptos, haraganes. Pero esos son los menos. La autocomplacencia del uruguayo es muy alta, y está asociada a la Suiza de América. Porque todos estos valores son los viejos valores que nos quedaron en ese imaginario del viejo Uruguay.

PENSANDO EN EL FUTURO

EC: Les vamos a pedir a nuestros invitados una reflexión final sobre este tema, puesta la cabecita para adelante, en el futuro.
RP: Esos valores positivos que muchos suponen que conforman nuestra identidad, nuestra personalidad de base, habría que estimularlos, a través de la escuela, de la vida barrial, de la amistad. 
JP: En términos de mirar para el futuro, creo que hay que hacer dos cosas, y son complementarias y paralelas. No hay más remedio que hacer un camino de denuncia y de desmontar ciertas mentiras cuidadosamente cultivadas por los uruguayos, a las cuales somos afectos y reiteramos, y fomentar en todos los ámbitos posibles un espacio, un clima de libertad de pensamiento que, por un lado vaya permitiendo la enunciación de cosas distintas, y, paralelamente, un régimen de afecto, de tolerancia, de benevolencia entre los uruguayos, que mucho nos falta, tratando de sacar esas divisiones tan pronunciadas que hay, para ir posibilitando esa construcción del futuro. 
JD: Yo creo que los uruguayos somos tan buenos, tan malos como los norcoreanos. Por ahí no pasa el problema. Sí creo que más que identidad -hoy Juan Martín lo decía- los pueblos necesitan causas comunes. Hoy tenemos una que se definió por la negativa. Estamos todos atrás de las fábricas de celulosa. Triste objetivo común, diría yo. Porque actuamos en respuesta a una agresión, y la gran mayoría de los uruguayos no tenemos idea de si las papeleras son buenas o no son buenas, pero sí estamos en una causa común, un nacionalismo sin contenido. España salió de su pobreza, de ser un país europeo atrasado, el día que Franco se puso de acuerdo con los socialistas y el Rey Juan Carlos en que el objetivo de España era meterse en la Comunidad Europea. Se pusieron de acuerdo todos los españoles. Los uruguayos no tenemos ni vamos a tener causa común hasta que no aprendamos a mirar hacia adelante. No estamos mirando hacia adelante, no estamos buscando esos paradigmas por los cuales construir esa causa común que nos permite desarrollarnos como sociedad.